¿Cómo afecta la diabetes a los adultos mayores?

La diabetes es una enfermedad crónica que se origina cuando el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el cuerpo humano necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia. Hormona producida por el páncreas, la insulina tiene como principal función el mantenimiento de los valores adecuados de glucosa en sangre. En su correcto funcionamiento, permite que la glucosa ingrese en el organismo y sea transportada al interior de las células, en donde se transforma en energía para los músculos y los tejidos, incluso ayuda a que las células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria.

Cuando una persona tiene diabetes, se trata de un exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia), ya que no se distribuye de la forma adecuada. Esto puede ser perjudicial para todo el organismo, pero principalmente para el corazón, el riñón y las arterias. Debido a esto es muy importante resaltar que las personas que tienen diabetes y no lo saben o las que no la tratan, tienen más riesgo de padecer problemas renales, infartos, pérdida de visión y amputaciones de miembros inferiores.

Existen distintos tipos de diabetes, algunas de las cuales no se pueden prevenir porque son gestacionales. Más allá de eso, en las personas sanas hay algunos síntomas que pueden anunciar la aparición de diabetes como:

• Mucha sed (polidipsia).
• Sensación de mucha hambre (polifagia).
• Necesidad de orinar continuamente, incluso de noche (poliuria).
• Pérdida de peso, a pesar de comer mucho.
• Cansancio.
• Visión borrosa.
• Hormigueo o entumecimiento de manos y pies.
• Infecciones fúngicas en la piel recurrentes.

En los adultos mayores el tipo de diabetes más frecuente es la llamada del Tipo 2. Lo bueno es que hay varias medidas que las personas pueden tomar para retrasarla o prevenirla. Y si una persona ya tiene diabetes, hay ciertos cuidados que puede contemplar para controlar la afección y prevenir otros problemas de salud relacionados con la diabetes:

• Mantener un registro de las concentraciones de glucosa.
• Elegir alimentos saludables.
• Mantenerse activo.
• Tomar sus medicamentos correspondientes.
• Controlar la presión arterial.
• Revisar el colesterol.
• No fumar.
• Hacerse exámenes anuales de la vista y de riñones.
• Vacunarse contra la gripe y la neumonía todos los años.
• Cuidar sus dientes, encías y su piel.

Desde La Colonia sugerimos siempre llevar un control con su médico de cabecera, y por supuesto con un nutricionista, que le brindara la dieta adecuada para poder controlar y estabilizar dicha enfermedad.